Aprender y recordar, filosofar y vivir La Escuela Iniciativas Culturales

Filosofía es amor a la sabiduría, amor que es esencialmente búsqueda, una motivación que nace en la necesidad, profundamente humana, de completarse, de alcanzar aquello que nos falta. Descubrir nuestra propia identidad es descubrir también nuestras ausencias. Nuestra condición humana nos hace carentes, faltos de alguna cosa… es cierto que la mayoría de las veces no podemos definir exactamente qué, como si fuese una cierta incomodidad interior, la sensación de que algo no concuerda del todo en nuestra intimidad, como si en el mimo momento que nos reconocemos a nosotros mismos, una cierta ausencia se hiciese presente, una ausencia de algo que no nos es del todo extraño, no es del todo nuevo, pues en realidad la adquisición de la sabiduría tiene más de reconocimiento que de novedad. Es una enseñanza recurrente en los clásicos que el olvido es la maldición humana, y como magistralmente explicó Platón, aprender es recordar. El dio el nombre de reminiscencia al recuerdo que, muchas veces inconscientemente, motiva nuestra búsqueda.

Y si esto fuese así y si radicalmente lo aceptásemos, aprender sería adquirir las herramientas necesarias para dar expresión a nuestra vida íntima, a eso en nosotros que es naturalmente sabio y enseñar sería traer a la luz de la conciencia lo que el hombre íntimamente sabe. Educar no sería sinónimo de añadir o acumular tal como habitualmente pensamos, sino extraer, definir, expresar el caudal inmenso que el hombre tiene en su interior, para lo cual sí, serán necesarias las herramientas de las que nos dota el conocimiento, pero sin que la posesión de las herramientas pueda sustituir la obra a realizar. Conocer es comprender, pero saber es vivir.

La filosofía es también un viaje, un largo camino que lleva a unir nuestro mundo interior con nuestra experiencia vital, es también un camino de integración que lleva a salvar las fronteras de nuestra agobiante individualidad, reconociéndonos partícipes junto a todos los hombres de una misma condición. No puede restringirse la filosofía a una actividad intelectual, sino que necesariamente habrá de encontrar expresión en todos los ámbitos de nuestra vida. Sí, ampliará nuestras ideas y nuestro horizonte intelectual, pero necesariamente, si hablamos de sabiduría y no sólo de conocimiento, habrá de enriquecer el mundo de nuestros afectos y sentimientos a la vez que transforma nuestro comportamiento. Saber implica conocer, comprender e integrar, o lo que es lo mismo: tomar contacto con la realidad, descubrir su sentido y finalidad y por último ser consecuentes con aquello que hemos descubierto. Todo ello conlleva un profundo sentido de transformación y de penetración profunda en la realidad que vivimos.

Filosofía aquí y ahora

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